ILUMINOR SZERAS
Aunque los C'tan idearon la Biotransferencia, fue el Illuminor Szeras
quien la convirtió en realidad. Incluso entonces, supo ver este paso
como el primero de muchos en el camino hacia la evolución definitiva: un
camino que no le llevaría a acabar como una criatura de carne ni de
metal, sino como un dios de energía pura. Hasta que llegue ese día,
Szeras intenta sacar todo el partido posible a su forma androide.
Después de todo, ya no necesita dormir ni hacer frente a los miles de
distracciones estúpidas y situaciones incordiantes de las que son
esclavos los cuerpos orgánicos.
Szeras trabaja para desenmascarar los misterios de la vida, pues
cree que si no los conoce no será un dios digno de tal nombre. Durante
siglos ha estado a punto de llegar a descubrir dichos misterios, pero la
solución siempre acaba por eludirle. Quizás haya algunos conceptos en
el universo que no pueden explicarse usando la lógica, o quizás
simplemente sea que, para poder comprender la vida hay que formar parte
del reino de los vivos (y del de los no-muertos, como les ocurre a los Necrones).
Sea cual sea la razón, lo cierto es que los secretos del alma siempre
estarán fuera de su alcance. Y esta es una verdad que Szeras no quiere
aceptar ni aceptará nunca. En ciertas ocasiones se ve obligado a dejar
de lado su trabajo y actuar en interés de los demás, pues necesita un
constante flujo de sujetos vivos para sus experimentos, y el modo más
eficiente de conseguirlos es intercambiando su experiencia por
prisioneros.
El talento de Szeras para perfeccionar el armamento o incluso los
cuerpos mecánicos de los Necrones no tiene igual. Szeras ha aprendido
tanto investigando la forma y la función de las otras criaturas
vivientes, que tiene conocimientos suficientes como para mejorar
prácticamente cualquier faceta de la maquinaria que usan los Necrones
(una habilidad cuyo uso resulta no obstante de mal gusto para sus
congéneres). Por citar sólo dos ejemplos: su disección de los ojos
compuestos de los Aractoides Vuzsalen
le permitió crear más adelante un sistema mejorado de puntería óptica,
mientras que tras estudiar la composición molecular de la dura corteza
quitinosa de los Ambull pudo desarrollar armaduras de combate mucho más eficientes.
Los
servicios de Szeras tienen tanta demanda que le permiten poner el
precio que quiera; invariablemente, dicho precio es el derecho a llevar a
cabo una incursión de "cacería de especímenes" contra un planeta de su
elección. Por encima de todas las cosas, a Szeras le atraen los
especímenes Eldar, pues siempre producen resultados más interesantes que ninguna otra criatura de la Galaxia. No obstante, son también los que más difíciles le resultan de adquirir, pues pocos Líderes Supremos
estarán dispuestos a entrar deliberadamente en territorio Eldar, salvo
para llevar a cabo una operación militar que les proporcione alguna
ganancia sólida. Szeras siempre acompaña a las oleadas iniciales de
dichos ataques, para poder elegir él mismo a los sujetos con los que se
cobrará el pago prometido, y asegurarse de que no será engañado por su
cliente.
Una vez capturados los especímenes deseados, les espera una
existencia llena de dolor (y no necesariamente breve), en las sombrías y
ensangrentadas catacumbas de Zantragore.
Szeras apenas utiliza cadáveres en sus operaciones, pues cree que la
naturaleza del conocimiento que busca sólo puede hallarse en los vivos.
Diversas máquinas de estasis
mantienen a los sujetos conscientes e inmovilizados durante todo el
proceso, aunque sin hacer nada para rebajar los terribles dolores que
sufren. Sus gritos de agonía dejan indiferente a Szeras, que no siente
la menor empatía por seres tan inferiores como esos. La mayoría de veces
se limitará a apagar el sistema de audio hasta que los "repulsivos chillidos" desciendan, mientras contempla impasible cómo sus zumbantes instrumentos despedazan a la víctima molécula a molécula.
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